Luego de un penal a favor y con el rebote de Costanzo, arquero de River en ese momento, el diez cabeceó y la Bombonera explotó en un grito. Pero ese gol no es la fotografía que guardamos hoy, es la de Riquelme corriendo a mitad de cancha, apartando compañeros y parándose frente al palco donde se encontraba Mauricio Macri, poniendo sus manos atrás de sus orejas y estático ante la mirada de todos, quedó un minuto quieto. Parecía que el astro Bostero, adoraba al Topo Gigio. Al preguntarle después del partido, con cara socarrona dijo: “Es para mi hija, porque le gusta el Topo Gigio”.

Hacía tiempo que el rum rum sonaba en los pasillos de la Bombonera, la falta de empatía de Macri, ya hacía enojar a Juan Román. El 10 observado por el Barcelona, venía reclamando una prima importante al club, alrededor de 2.500.000 millones de dólares. Premios por los torneos, copas y campeonatos obtenidos en ese momento, (una Libertadores, una Intercontinental y tres campeonatos locales). Según él, venía cobrando la misma prima que cualquier juvenil. Por el otro lado Mauricio no aflojaba y declaraba: “Si no quiere ir al Barsa, lo esperamos contentos con el contrato más alto que pagamos: 500.000 por año”. En una chicana inescrupulosa, que le valió el Topo Gigio al ex presidente, Juan Román Riquelme lo volvió hacer, gambeteo los rumores y salió con una escena cinematográfica e histórica para el fútbol Argentino.