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A 28 años del Fortín de América

Con Carlos Bianchi como director técnico a la cabeza el equipo de Liniers lograba la hazaña de ganarle al San Pablo en el Morumbi y consagrarse en la Libertadores, por penales.

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Por primera vez en su historia el equipo de Villa Luro se quedaba con la Copa Libertadores de América 1994 empatando 1-1 el global de la final y en los penales se impuso 5-3.

El partido de ida lo había ganado Vélez con gol de Omar Assad, mientras que San Pablo igualó luego la serie con gol de Muller.

Un equipo luchador, duro, de espíritu ganador, que fue armando un personalidad unica y que no pudo frenar ni el poderoso San Pablo de Telé Santana (campeón vigente, en su momento): el Fortín de 1994 quedaría en la historia de la competencia más importante de América gracias a los goles del Turco Assad, la sociedad con el Turu Flores, la fiereza de Trotta, Zandoná y el Pacha Cardozo, la resistencia inagotable del Pepe Basualdo, la calidad de Bassedas. Y la personalidad de su gran emblema, el paraguayo José Félix Chilavert desde el arco. Todo producto de esa factoría de títulos y gloria comandada por un pelado Carlos Bianchi.

Los partidos épicos:

Para las semifinales, la parada era dificilísima: el Junior de Barranquilla comandado por un Pibe Valderrama que ya se había consagrado como crack por su brillante paso por el Mundial Estados Unidos ´94. Pero además estaba Iván Valenciano (que finalizó su carrera como el segundo máximo goleador del fútbol colombiano), autor de los 2 goles con los que el equipo cafetero se quedó con el primer partido. El descuento del Turu iba a ser fundamental porque a Vélez le iba a costar mucho llegar a empatar la serie: parecía que lo resolvía rápido cuando abrió el marcador Bassedas a los 4 minutos y estiró el Turu a los 12. Pero la alegría no duró ni 6 minutos: Valenciano obligó a ir a los penales con su gol que determinó otro 2-1 en este partido de vuelta.

Y 20 años antes de la legendaria frase de Mascherano en el Mundial 2014, el que se “convirtió en héroe” esa noche velezana fue –cuándo no- José Félix Chilavert. Pateó y convirtió el suyo pero como el Turu desvió su penal y el Junior también desperdició uno, las cosas estaban empardadas. Pero el paragua le atajó el último a un Valderrama, al otro Valderrama (Ronald, el hermano menor) Así, con ese 5-4 llegaría a la gran final.

La gran final

El 24 de agosto en el Fortín ante más de 51 mil hinchas, mayoritariamente locales, Vélez venía asediando el arco de Zetti hasta que el Turco aprovechó una marca flojísima de los paulistas: quedó solo de cara al arco y no perdonó 1-0.

Pero en el segundo se despertó el San Pablo con el temible Cafú (uno de los mejores laterales de la historia brasileña) como carta ofensiva. Sin embargo, sobre el final Zetti le tapó al Pepe Basualdo lo que pudo ser el segundo para ir con más tranquilidad al Morumbí.

El 31 de agosto de 1994 era a todo o nada. Golpe a golpe, empezó mejor el local, que le dio trabajo a Chilavert. Pero para sorpresa de todo el mundo, un remate de media distancia de Bassedas hizo lucir a Zetti con una atajada fenomenal. Pero una falta de dudosa validez se transformó en penal para el San Pablo: Müller no perdonó y puso el 1-0 con el que la serie quedaba empatada. La injustica de ese penal quedaría compensada con otra que el árbitro (el uruguayo Filippi) no vio: una bola bajada con el brazo por Almandoz. Después de eso, el local tenía a Vélez para el nocaut, pero Chila salvó todo. Para colmo se iba expulsado el Pacha Cardozo cuando quedaban más de 20 minutos de partido. Pero Vélez aguantó y llegó la definición desde los 12 pasos.

Con un bombazo de Trotta se asegura el primero y Chilavert impone rápido la ventaja: le ataja a Palinha y le rompe el arco a Zetti en el segundo de Vélez. A San Pablo ya no le iba a alcanzar para nada cuando el Tito Pompei remató el quinto: era un 5-3 inapelable para que el grito de campeón llegara tan fuerte como para que se escuche de Liniers y Villa Luro a San Pablo. Era la hora más gloriosa de Vélez, al menos hasta ese momento. Quedaría otro capítulo para Japón, ante el Milan de Franco Varesi, Maldini y Costacurta. Pero esa ya es otra historia. Vélez, de la mano de Carlitos Bianchi (el máximo goleador de su historia), llegaba a lo más alto de América.

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