A pedido del secretario de Ambiente y Desarrollo Sustentable, Federico Cacace, durante los últimos ocho días realizaron un exhaustivo relevamiento para dar cuenta del estado de situación de toda la estructura funcional del Ente Administrador de Centros de Disposición Final y Reciclado provincial. El diagnóstico estuvo a cargo del director de Gestión Ambiental de Residuos, Aníbal Cattáneo, y su equipo técnico. Tras recorrer las instalaciones, elaboraron un informe sobre el estado de los predios ubicados en Dónovan, Carpintería, Quines y La Toma.
“Las deficiencias son múltiples: un estado de total abandono y desidia en relación a las maquinarias y equipamiento, la falta de mantenimiento de los edificios y la escasa recuperación y reciclado de los RSU que ingresaban a las plantas”, señaló Cattaneo.
El estado del equipamiento es deplorable: máquinas y herramientas fuera de servicio, con piezas faltantes que se convirtieron en repuestos para máquinas similares, equipamiento abandonado, sin mantenimiento o funcionando con bajo rendimiento. Incluso hay una porción de la maquinaria que no se ha puesto hace años en operaciones. Las compraron y nunca las encendieron.
El 50% del equipamiento total de las plantas se encuentra en mal estado y en desuso. Las máquinas pesadas y el parque automotor presentan un mal estado: palas mecánicas y camionetas fuera de servicio desde hace años, camiones y bateas sin mantenimiento. Además, se encontró equipamiento abandonado sin realizar un diagnóstico previo. También se hallaron equipos que fueron de una planta a otra, mientras se los va desguazando en busca de repuestos.
Durante la evaluación se comprobó el escaso rendimiento de las plantas. El promedio de recuperación de Residuos Sólidos Urbanos (RSU) a nivel nacional es del 11%, mientras que el nivel provincial alcanzó un escaso 2% de recuperación en las cuatro plantas, esto significa que se destinó el 98% de los RSU ingresados (provenientes de diferentes municipios) para relleno sanitario y enterramiento. Como consecuencia, poco material fue comercializado, con una baja facturación y un gasto excesivo, desatendiendo así las dimensiones fundamentales para que el proceso sea sostenible social, económica y ambientalmente.
Fuente: ANSL